martes, 11 de septiembre de 2012

Animal Collective - Centipede Hz, no siempre sale una obra maestra

Escuchar por primera vez un nuevo disco de Animal Collective es una sensación parecida a la de Forrest Gump abriendo una caja de bombones; ciertamente, no sabes qué cara te van a mostrar. Centipede Hz, el noveno disco, vuelve a dar que hablar. Con los ingleses no hay tintas medias, o te gustan o no te gustan. Su forma de entender el pop, la electrónica, la psicodelia y las marcianadas que les dé por utilizar, les hace un grupo único. Acostumbrados a grandísimos trabajos en los últimos años, este flamante nuevo álbum no quedará recordado como uno de sus mejores discos, pero no han decepcionado, forofismos aparte.

Después de escuchar Merriweather Post Pavillion, su última producción, uno se queda exhausto, absorto ante la magnitud de la obra. Con Centipede por el contrario, nos topamos con un conjunto de canciones más cercano al Feels, en cuanto a que la electrónica no tenía tanto peso como en Merriweather, pero seguía teniendo un cariz fundamental para aupar los temas a verdaderas joyas. Era más folk, mientras que ahora se han volcado por un camino más pop. Pero sí, vuelven a tocarnos la patata en ciertas piezas, al principio sobre todo.

Centipede Hz, como cualquier disco de Animal Collective, ha vuelto a dividir. Los que nunca los han aguantado, hoy tampoco lo consiguen. Y a los que nos gusta, nos continúan metiendo en bucle varios temas. Pero es cierto que esperábamos que hubiera un toque más marciano, si es que alguna vez su música ha sido excesivamente rara. Quizá sea que con tantos subgéneros electrónicos que hay actualmente, el oído nos tolera ya casi cualquier cosa. Y gracias en parte a ellos mismos, uno de los grupos más creativos de los últimos tiempos.

Que pida esa boquita

Su simbiosis entre lo experimental, el pop vitaminado y los sintetizadores echando humos, vuelve a atentar contra nuestros oídos, a pesar de que no tiene la complejidad de otros trabajos ni mucho menos. El mejor tramo es el comienzo, donde prometen otro disco repleto de sensaciones para los sentidos. Lo cual es difícil después de tanto tiempo en liza, habiéndose ganado un puesto de oro en el Hall Of Fame de la pasada década. Sus mentes se han puesto en marcha una vez más para teletransportarnos a un mundo tropical que empieza en Moonjock, donde parecen haber sido abandonados en una isla desierta junto a El Guincho. Una explosión de alegría y energía que continúa en Today's Supernatural, creando una melodía pop y unos coros de los que es imposible salvarse.



Estos momentos arrolladores son comunes en las primeras canciones, y son pruebas de la grandeza del grupo, como el emotivo -y épico a su manera-, final de Rosie Oh. Cuando no arrollan con esas tormentas cargadas de efusividad, vienen y te atropellan con la el perfecto alegato pop de Applesauce.
El 'problema' del disco es que después de un gran inicio, se desvanece esa intensidad tropical en canciones como Wide Eyed, Father Time o New Town Burnout y unas cuantas más. Que en realidad no son malas canciones, ni mucho menos, pero no tienen el punto extraordinario de los Animal Collective de otros trabajos ni la consistencia del arranque del álbum. Son temas que bien podrían haber firmado otra banda que jugara con híbridos electropop.



A Centipede Hz le falta esa chispa de genialidad que hemos visto en, por ejemplo, sus tres magnánimos discos anteriores. Aunque es cierto que los primeros cortes del disco son realmente buenos, Animal Collective se deslizan poco a poco cayendo en canciones más corrientes y no tan sorpresivas. Todo ello destacando que al final aún hay hawaianísticas piezas que salvar de esa transitoria monotonía como Pulleys o Amanita. En condiciones normales, esto lo consideraríamos un gran disco (objetivamente es bastante bueno), pero a Animal Collective les exigimos más. Les exigimos lo que nos dan grupos que rozan lo extraordinario (por no decir una palabra más gorda).

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